El descanso es necesario, eso lo sabemos todxs. Peeeeeero a veces no nos hacemos mucho caso, es algo así como que "hay que comer sano", "hay que hacer ejercicio", "hay que estar menos conectadx al móvil"
Sí, sí, sí, pero es que yo no tengo tiempo ni de cocinar ni de descansar ni de ir al gym...
Con la falta de descanso lo que nos pasa es que perdemos el foco. Cuando unx descansa deja estar en esa vorágine de cosas que hacer, sitios a los que ir, de trabajo, de compras, de personas y cosas.
Cuando estamos en ese contínuo movimiento es difícil discernir, porque vamos con una inercia, con la inercia de la prisa, del trabajo, de las obligaciones. Y en ese contínuo movimiento no hay conciencia ni control. Piensa en cuando tienes mucho trabajo: ¿puedes discernir que es importante de lo que es urgente? ¿puedes dejar de pensar en el proyecto o en el papel de wc? ¿tienes el espacio mental para ordenar prioridades?
Y lo más importante: ¿puedes saber o sentir que es lo que necesitas en cada momento? Muchas veces en la vorágine ni siquiera tenemos hambre, o pis ¿cuantas veces te levantas de la silla en las últimas? Es decir, estamos desconectadxs de nosotrxs.
Cuando estamos en esos momentos no vemos y no sentimos.
El parar ese movimiento, no es parar la vida, ni a nosotros. Es una pausa para sentir lo que nos pasa, para poder conectar con nuestro cuerpo y saber que necesitamos, para ver la foto de lejos y poder verla entera. Para ver que en nuestra vida hay más cosas que el trabajo o la familia. Que podemos hacer sitio para nosotros, para nuestro hobbie, para leer o pasear o ir al gimnasio. Por que al parar se ven las cosas de otra manera, se siente la vida de otra manera: no como un tsunami que te arrastra sino como un mar en calma en el que tú decides cuando entrar y cuando salir.
Y el mayor problema suele ser darnos nosotros el permiso: hoy me quedo en casa, hoy no voy a esa reunión de amigos, hoy me salto... (lo que sea). Porque hoy lo necesito.