Esto es Gósol, bueno, esto era Gósol. Parece que en algún momento los habitantes de Gósol decidieron mover el pueblo y llevarlo más abajo (no sé porqué).
Y aquí quedan las ruinas del castillo, toda una fortaleza, que seguro que tuvo su función en algún momento y sirvió y mucho. Ahí en lo alto del monte, pudiendo observar al enemigo si llegaba, defendiendo a los habitantes con su poderío, bueno, ejerciendo de fortaleza.
Y hoy mirando esta foto, que hice ayer, me ha venido a la cabeza que nosotros, que yo, también podemos abandonar el castillo. Nosotros también tenemos una fortaleza que nos defiende, que nos ha defendido del enemigo, que nos ha protegido y nos ha hecho sentir más segurxs.
Pero también nos podemos cansar de la fortaleza, de los muros, de la defensa: ¿para qué seguir manteniendo el personaje? Yo ya me cansé de ser la más lista, la más eficiente, la más guapa, la que saca mejores notas, la más amable, la más correcta, la que nunca ofende, la que pasa de puntillas, la que hace mucho ruido, la más graciosa, la que baila hasta más tarde, la que se tira por todos los barrancos, la que aguanta más, la que habla más alto, la que habla más bajo, la que hace favores, la que no muestra sus sentimientos, la que nunca necesita nada, la que siempre necesita ayuda.....
Mirar a la fortaleza y decirnos: hasta aquí, ya no te necesito, ahora me quiero permitir no depender de ti, quiero ser un día castillo y al otro tienda de campaña, y luego un iglú, y después la sombrita de un árbol en el bosque.
Porque todo es casa y ninguna es mejor que la otra, sólo hay que decidir qué casa queremos habitar en cada momento, sin juzgarnos por ello. No es necesario habitar en la misma siempre, es más rico permitirnos cambiar de casa y disfrutar de todas ellas.
La fortaleza te defiende y también te condena si no puedes salir de ella.
Y tú, ¿cómo es tu casa ideal? ¿vives en una fortaleza?
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