
Hay conceptos que han pasado a ser de uso común y que no son tan simples. Por ejemplo el de zona de confort. ¿Qué entendemos por zona de confort? Yo diría que un espacio en el que nos sentimos seguros, donde sabemos manejarnos, donde no estamos incómodos y del que no pensamos en salir (normal que no lo pensemos).
Une puede estar en su zona de confort durante mucho tiempo y eso no significa que eso esté mal, para algo hemos construido esa zona de confort. Si yo tengo un trabajo en el que me siento bien, lo sé hacer, me siento reconocidx, me gusta... ¿para qué iba yo a salir de esa zona de confort?
Lo que puede pasar es que yo esté en una zona de confort que no me es útil y que me resta más cosas de las que me suma: vivo en un piso al que me mudé hace muchos años porque el barrio me gustaba, el ambiente, el piso me parecía bien porque aunque es pequeño me gusta estar en el centro de la ciudad. Ahora mi vida ha cambiado, ya no me gusta vivir en ese barrio, el piso se me hace pequeño y el ruido me molesta. Obviamente buscar piso, mudarse, hacer un gasto extra, cambiar de barrio... todo son cosas molestas que cuesta afrontar y preferimos quedarnos en nuestro piso que afrontar lo que supone mudarnos.
Aunque me gustaría tener pareja no me implico en ninguna relación: tengo una vida montada, salgo con personas pero si me demandan mucho me alejo. Yo quiero seguir como estoy porque tengo libertad y nadie me dice lo que tengo que hacer.
Si por miedo a que me hagan daño o a dañar no me implico en ninguna relación, aunque añoro tener una pareja... me estoy manteniendo en mi zona de confort para que nada malo ni bueno me pase (como en la viñeta). Salir de la zona de confort implica darnos cuenta de que si quedermos que algo diferente pase debemos nosotrxs dar el paso.
Lo mismo que te protege del dolor, por ejemplo a ser abandonadx, también te protege de la oportunidad de ser amadx, de entregarte, de experimentar vivir acompañado de otrx.
No es necesario salir de todas las zonas de confort, sólo es necesario salir de las que ya nos van pequeñas, las que aprietan, las que nos impiden tener experiencias que nos son apetecibles, enriquecedoras...
Hay zonas de confort que están bien como están, porque no todo tiene que ser novedoso: se puede confundir la necesidad de novedad con la zona de confort. Por ejemplo las relaciones con el tiempo tienden a asentarse, a cambiar, a mutar, a hacerse menos explosivas. Eso no es motivo para cambiarlas.
Si mi pareja y yo no tenemos sexo como al principio pero estoy satisfechx con lo que tengo, me siento queridx, apoyadx, me divierto, o lo que sea que yo necesito de una pareja, ¿para que voy a cambiarla?
Otra zona de confort podría ser la búsqueda constante de algo nuevo: cambio de trabajos, de amigos, de barrio, de país... Quizás mi zona de confort es no quedarme en ningún sitio, no tener raíces, no saber aceptar las partes más monótonas de la vida.... eso es también una zona de confort.
Cada unx tenemos nuestras zonas de confort y sólo nosotrxs sabemos cuales son.
Si tienes dudas sobre qué zonas son de confort y que zonas no lo son, solo tú lo puedes saber y quizas necesites algo de ayuda para acompañarte a averiguarlo. Y si quieres salir de alguna de tus zonas pero aún no puedes, ten paciencia contigo. Todxs somos diferentes y necesitamos cosas diferentes.
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
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