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Hacer que las cosas pasen

Foto del escritor: Rebeca GomezRebeca Gomez

Actualizado: 4 may 2022



Vivimos en un mundo en el que una de las creencias más extendidas es que si no haces nada, nada pasa.


En parte es real y en parte no lo es. Por un lado los que tenemos carácteres propensos al hacer estamos siempre haciendo, así que es difícil saber si las cosas pasan porque haces o bien pasarían igual si no hicieras...

A mi me sirve ir a la realidad de mi vida: mis mejores trabajos, con los que más he disfrutado, aprendido y los que más años de mi vida han ocupado llegaron sin buscarlos: una amiga que dejaba el suyo me lo contó y yo me interesé (y me pasé 8 años) y otro también vino de una amiga cuyo marido buscaba una suplente. Y mi último trabajo, el actual, empezó a gestarse porque una amiga me recomendó a su terapeuta.

A mis parejas (con las que he tenido relaciones largas) no las he conocido ni yendo a ligar a un bar, ni en una app. Las he conocido en lugares comunes que resulta que hemos compartido un día, por casualidad.

Pero yo sigo teniendo la creencia que si no hago algo nada sucede.


Y llego a escribir esto porque me di cuenta hace pocos días de como el hacer puede precisamente impedir que las cosas pasen: Si estamos en el hacer algo no vamos a estar atentos a lo que realmente está ocurriendo, no vamos a ver lo que nos está pasando delante de las narices. Si estoy mirando el móvil para no perderme la notificación de esa app igual no veo a la persona que tengo delante en el bar. O quizas me empeño en tener citas de Tinder y resulta que no tengo tiempo para acudir a reuniones con amigues donde podría conocer a alguien o donde podría encontrar el cariño que busco en la supuesta pareja que me espera en esta cita.

O si me empeño en que la cita funcione y voy directa al grano, no dejo que pase lo que tenga que pasar (que puede ser nada o puede ser todo).


No somos tan importantes ni tan poderosas para que nuestra voluntad haga que las cosas ocurran. Obviamente si no voy al super no tendré comida en la nevera, pero quizas si me olvido de ir hoy mañana de camino al trabajo descubro un sitio nuevo y me decido a entrar a probar.


No quisiera dar la sensación de que hacer no sirve de nada, claro que sirve y sobretodo nos calma la ansiedad a las que somos del hacer. Pero no todo está en nuestra mano y a veces hacer nos quita el milagro de que venga lo que tenga que venir, de la sorpresa y del no-control.

Tener todo planificado al milímetro no deja espacio para lo espontáneo, para que ocurran otras cosas que no son las planificadas.


Hacemos desde el control, desde el creer que si yo tomo el mando sucederá lo que yo quiero que suceda, y sabemos que no es así muchas veces. O que sí lo es pero nos perdemos otras cosas.

Además, estar siempre en el hacer y en el control, en no perder nada de vista, es muy pero que muy cansado. Soltar de vez en cuando y dejarse sorprender por lo que la vida nos trae es también muy gratificante.


Cuando hablo de no hacer, no me refiero a no tener metas, o a no saber lo que quiero, o a no andar en esa dirección. Me refiero a no estar constantemente haciendo cosas para que nuestra vida está milimétricamente bajo nuestro control.


Y os dejo aquí este poema de mi amigo Pep:


NÚM. DESCONEGUT

tornar a sentir la sorpresa de cada veu

no fugir de ningú

no controlar l'avenir


esborro l'agenda del meu mòbil


Josep de Flix, Formigues (2006)

 
 
 

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