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Foto del escritorRebeca Gomez

Inútil y placentero

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"Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada, de nada en absoluto, ni siquiera de si mismo"

Milan Kundera La lentitud








¿Cuántas cosas inútiles y placenteras te permites en tu día a día?


Y no hablo de scrolear por los videos de IG o Tick Tock. Hablo de dedicarte tiempo para una ducha larga, o mirar por la ventana o hacerte un masaje por el placer de hacerlo.


La RAE define Lento: Tardo o pausado en la acción. Poco vigoroso y eficaz.

Igual soy yo pero no parece algo deseable, en cambio ser rápido si que es ser vigoroso y deseable. ¿Cuántas veces hemos asociado eso de "no tengo tiempo para nada" con algo bueno, deseable, asociado al triunfo y a ser alguien en la vida?


Somos como el conejo de Alicia:Llego tarde/ Llego tarde/ A una cita muy importante/No hay tiempo para decir “Hola, Adios”.

¿Y que encontramos ahí: En el contínuo movimiento, en la prisa, en hacer algo para luego hacer lo siguiente? Un vacío lleno de cosas inútiles pero poco placenteras.

Muches vivimos en el constante hacer, como una manera de huir del "aburrimiento", pero en ese constante hacer, la constante prisa no hay nada, está vacío: me levanto con el tiempo justo y salgo corriendo por la puerta, o me levanto super temprano para contestar emails, hacer una lista de tareas e ir al gym antes de entrar a la oficina.

No sé a qué sabe el café, no sé a que huele mi champú, no sé qué cara tiene el recepcionista del gimnasio, no recuerto si iba solo o no en el metro, o qué gente había a mi alrededor. ¿Y para qué? Para hacer el máximo de cosas posibles en el mínimo tiempo sin recordar ninguna y sin disfrutarlas.


Yo me doy cuenta que cuando voy así, en piloto automático, mi vida es hacer una tarea para pasar a la siguiente, sin sentir, sin estar. Y eso no es vivir, por eso creo que muches nos hemos sentido muy poco satisfechas con nuestra vida en algún momento. No hay disfrute y no hay conexión con nuestro cuerpo. Eso inevitablemente lleva a la insatisfacción.


Pero no éramos así de fábrica: los niñes se paran a mirar las hormigas en el suelo porque les llama la atención, o a rascarse la pierna, o a mirar un escaparate. Corren o saltan por que el cuerpo se lo pide. Pero para que el cuerpo te pida algo tienes que darle el espacio para hablar y el espacio para escucharlo.



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